La junta militar birmana restringió el miércoles el acceso a la zona más afectada por el paso del ciclón Nargis, impidiendo el paso a los extranjeros e ignorando las suplicas para que permita a expertos foráneos organizar la asistencia antes de que sea demasiado tarde.

Varias organizaciones de beneficiencia internacionales mantuvieron una reunión en Tailandia, exasperados por un régimen desafiante que no concede visados para que sus empleados den agua, medicinas y medios para cobijarse a dos millones de personas.
La esperanza de que los generales, profundamente recelosos del mundo exterior, cambien de postura se desvanece, mientras se multiplican las advertencias de que el tiempo se acaba.

«Si no se permite el acceso, morirá más gente» dijo Louis Michel, el comisario de ayuda humanitaria de la Unión Europea, en una entrevista concedida a AFPTV en Bangkok antes de viajar a Birmania para dialogar con los militares.
Ante la tozudez del régimen, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, convocó para este miércoles una reundijo Ban a la prensa.

El jefe de la ONU precisó que se trata de los miembros permanentes del Consejo de seguridad (Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia), los países de la Asociación de naciones del Sureste de Asia (ASEAN), de los cuales forma parte Birmania, y otros países que regularmente contribuyen con el presupuesto de Naciones Unidas.
«A pesar de que el gobierno de Birmania ha dado muestras de cierta flexibilidad, en este momento está muy lejos de ser suficiente», agregó Ban.

Entre tanto, el saldo de víctimas no deja de crecer y la radio estatal birmana lo elevó hasta los 38.491 muertos, 27.838 desaparecidos y 1.403 heridos.
Una cifra que podría seguir subiendo hasta los 200. 000 muertos y desaparecidos, dijo ministro británico Douglas Alexander basándose en la información que le llega del terreno.
La Cruz Roja constató la disparidad de cifras que ha recibido de 22 organizaciones -de los 68.833 a los 127.990 muertos-, afirmando que es imposible por el momento constatar su veracidad.
«No se trata de una cifra oficial de la Cruz Roja porque en estos momentos no hay manera de que alguien pueda tener algo más que una estimación», dijo John Sparrow, de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.

Las organizaciones de asistencia lamentan que la ayuda está llegando -cinco vuelos estadounidenses más aterrizaron el miércoles-, pero que no es canalizada hasta el delta del sur del país que resultó más afectado por el ciclón del 3 de mayo.
Sólo los especialistas experimentados pueden asegurar el traslado y entrega de la ayuda en las regiones remotas y anegadas, advirtieron.
Sin embargo, el primer ministro tailandés, Samak Sundaravej, dijo tras una breve visita a Birmania que el régimen que gobierna el país desde 1962 se niega a aceptar a expertos extranjeros.
«Insistieron en que pueden ocuparse de su gente y de su país. Se pueden apañar solos», explicó tras reunirse con el primer ministdevastado delta del Irrawaddy para difundir imágenes de los generales entregando agua y alimentos a ciudadanos agradecidos.
El régimen también ha endurecido las condiciones de acceso de los periodistas a la región, lo que hace aun más difícil obtener una visión completa de la destrucción que reina en el suroeste del país.
Pero los periodistas que lograron llegar a la zona relatan escenas de miseria y desesperación.
Las nuevas lluvias están destruyendo los refugios improvisados, la escasa comida disponible se está echando a perder y muchos temen que la tragedia se agrave.
«El arroz que teníamos ya está mojado por las lluvias.No es muy bueno para comer», afirman Thin Thin, de 22 años, sentada en una precaria choza hecha con pedazos de palmera, su único refugio desde que el tifón destruyó su casa.
Mientras tanto, Naciones Unidas advirtió el miércoles que un nuevo ciclón podría estar formándose sobre Birmania y admitió la posibilidad de que la ayuda no esté llegando a sus destinatarios.
«Existe esa inquietud», dijo una portavoz de Ban Ki-Moon.
-AFP
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