Lo que realmente tendría que darle vergüenza a Italia

Un embarcación llena de inmigrantes, fundamentalmente de Eritrea, se hundió frente a la isla italiana de Lampedusa con un balance de 300 muertos y sólo 155 pasajeros sobrevivientes. Ante la reacción del papa, Italia se conmueve por la tragedia y su gobierno proclama un día de duelo nacional. Manlio Dinucci observa que, antes de ser víctimas del mar, los inmigrantes son víctimas de las guerras de Occidente.

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Vergüenza y horror.» Esos fueron los términos que utilizó el presidente de la República Italiana al referirse a la tragedia de Lampedusa. Sería más apropiado utilizarlos para definir la política de Italia hacia África, principalmente hacia Libia –de donde venía el barco de la muerte. Los gobiernos que hoy se desgarran las vestiduras son los mismos que han contribuido a provocar esta tragedia de la inmigración… y otras más.

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Primeramente, el gobierno de Prodi firma con la Libia de Kadhafi –el 29 de diciembre de 2007– el acuerdo para «impedir los flujos migratorios ilegales». Posteriormente, el 4 de febrero de 2009, el gobierno de Berlusconi perfecciona aquel documento con un protocolo de aplicación. El acuerdo prevé patrullas marítimas conjuntas ante las costas libias y la entrega a Libia, con el consentimiento y la cooperación de la Unión Europea, de un sistema para el control militar de las fronteras terrestres y marítimas. Se constituye para ello un Mando Operativo Interfuerzas ítalo-libio. La Libia de Kadhafi se convierte así en la “frontera antes de la frontera” de Italia y de la Unión Europea para bloquear los flujos migratorios provenientes de África. Al verse bloqueados en Libia por el acuerdo entre Roma y Trípoli, miles de inmigrantes del África subsahariana se ven obligados a regresar al desierto, condenados a una muerte segura, sin que nadie en Roma exprese vergüenza ni horror.

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Pasamos después a una página aún más vergonzosa, la de la guerra contra Libia, guerra cuyo objetivo era en realidad desmantelar un Estado nacional que, a pesar de sus amplias garantías y aperturas a Occidente, escapa al control de Estados Unidos y de las potencias europeas, un Estado que mantiene bajo control sus propias reservas energéticas restringiendo los márgenes de ganancia de las compañías europeas que operan en suelo libio, un Estado que invierte en el extranjero fondos soberanos ascendientes a más de 150 000 millones de dólares y que financia la Unión Africana para que esta cree sus propios organismos económicos independientes –el Banco Africano de Inversiones, el Banco Central Africano y el Fondo Monetario Africano. Gracias a sus activos comerciales ascendientes a 27 000 millones de dólares anuales y a un ingreso por habitante de 13 000 dólares, la Libia de antes de la guerra es el país africano que presenta el nivel de vida más elevado, a pesar de las desigualdades, e incluso recibe elogios del Banco Mundial por su «utilización óptima del gasto público, incluso a favor de las clases sociales pobres». Alrededor de un millón y medio de inmigrantes africanos encuentran trabajo en esa Libia.

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Cuando empieza la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Libia –en marzo de 2011 y con 10 000 misiones aéreas de ataque, sin contar las fuerzas infiltradas en el país–, el presidente italiano Giorgio Napolitano asegura que «Nosotros no hemos entrado en guerra» y Enrico Letta, en ese entonces vicesecretario del Partito Democratico (PD), declara que «Los guerreristas no somos nosotros sino quienes están en contra de la intervención nacional en Libia. Nosotros somos constructores de la paz». «Paz» cuyas primeras víctimas son los inmigrantes africanos en Libia, quienes se ven perseguidos y obligados a huir [1].
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Sólo en Níger entre 200 000 y 250 000 inmigrantes regresan en los primeros meses perdiéndose así una fuente de ingresos que mantenía a millones de personas. Empujadas por la desesperación, muchas de esas personas se lanzan a atravesar el Mediterráneo con destino a Europa. Y los que hoy pierden la vida en ese intento son también víctimas de la guerra desatada por los jefes de Occidente. Que son además los mismos que hoy alimentan la guerra en Siria, guerra que ya cuenta entre sus consecuencias la aparición de más de 2 millones de refugiados.

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Muchos de esos nuevos refugiados están intentando atravesar el Mediterráneo. Y si naufragan en el intento, siempre habrá un Letta [hoy jefe del gobierno italiano] para proclamar un día de duelo nacional.

 

* Por Manlio Dinucci (Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio)

 

Una sociedad dividida por la religión

La francesa Odette Klysinska, seguidora de la fe católica, agarra con fuerza su testamento, sentada en el salón de su casa en un acomodado barrio de Beirut, escandalizada de que el documento no sea legalmente válido en este país, que considera suyo.

Klysinska, casada con un druso, una minoría religiosa de Líbano, sufre el «estatus de la ley personal», que prohíbe a católicos, sunitas y chiitas legar sus posesiones o propiedades a su descendencia de diferente confesión. 

«¿Cómo se puede prohibir a una madre ayudar a sus propios hijos después de morir? Es inconcebible», dijo a IPS incrédula. 

La ley personal de Líbano, que incluye matrimonio, herencia y divorcio, se rige por 10 códigos religiosos diferentes aplicados a 17 grupos religiosos, varios de ellos sujetos a una única jurisdicción. 

La norma es consecuencia del Imperio Otomano y del régimen colonial, según la abogada libanesa Amal Takieddine, y dio pie a las sangrientas guerras vividas por Líbano. 

El Imperio Otomano de la década de 1830 dio a los judíos, armenios, cristianos ortodoxos y a los musulmanes sunitas la autoridad exclusiva sobre la ley de familia, explicó. 

En los primeros años del siglo XX, las potencias europeas ampliaron la cantidad de sectas reconocidas en Líbano a 17, dejando a unos pocos líderes religiosos las libertades civiles. 

Klysinska no es la única que sufre esta situación. Una gran cantidad de personas de diversas confesiones y orígenes padecen la rígida legislación divisiva. 

Hassan, quien no quiso dar su nombre completo, es de origen sunita, pero debió hacerse chiita para que su hija de 20 años pudiera heredar todos sus bienes. 

La comunidad sunita prohíbe los testamentos y solo permite que la mujer reciba una fracción específica de la herencia familiar, el resto queda en manos de los hijos varones. 

La joven drusa Nibal Khodr debió hacer frente a una difícil situación cuando su esposo murió en un accidente de motocicleta y no pudo ser la única guarda y custodia de su hijo. 

Ahora, cada decisión económica que toma en representación de su hijo menor de edad requiere de la aprobación, por escrito, de un clero druso local o de un jeque. 

«El sistema de la ley personal es arcaico y trata a la gente como infrahumana. Por suerte tengo otra nacionalidad que me otorga cierta protección», indicó Klysinska. 

Según Tony Daoud, director de CHAML (Jóvenes ciudadanos libaneses no violentos y no sectarios), la mayoría de las leyes de este país niegan a las madres la custodia exclusiva de sus hijos tras la muerte del cónyuge. Además, sus derechos limitados pueden ser fácilmente revocados con argumentos como «dudosa reputación» o si se vuelven a casar. 

Las leyes personales libanesas también ahogan las libertades básicas, como el derecho a decidir cómo disponer de los restos de un ser querido. 

Las comunidades ortodoxas y musulmanas no permiten la cremación, aun si fue explicitado por el difunto en un testamento escrito. La práctica, en cambio, es aceptada por la Iglesia Católica y los protestantes. 

«Esta situación generó desigualdad entre la gente y favorece la confusión», remarcó Takieddine. 

La legislación impide a Klysinska incluir en su testamento a su hija drusa, pero los hombres de esta comunidad pueden legar su herencia a quien más les plazca. 

Cuando no hay testamento, los asuntos relativos a la herencia se remiten a ley islámica, según la cual los descendientes varones tienen derecho al doble de la parte correspondiente a las mujeres de la familia. 

Las iglesias cristianas, en cambio, tratan a hombres y mujeres por igual en lo que respecta a las leyes de la herencia matrimonial. 

«Ante la falta de una ley clara para todos, la gente recurre a vacíos legales en la legislación existente, como convertirse a otra religión o vender en vida los bienes a sus hijos», añadió Takieddine. 

En un intento por reformar el sistema, CHAML contribuyó con un proyecto de ley sobre matrimonio civil, adopción y herencia, que fue enviado al parlamento en 2011 y que está a estudio de una comisión legislativa. 

No es de sorprender la fuerte oposición de organizaciones religiosas, como el chiita Hezbolá (Partido de Dios) y el sunita Hez al-Tahrir, a la propuesta, que, según ellas, «contradice la sagrada shariá» (ley islámica). 

Pero «una ley civil sobre el estatus personal es uno de los principales pilares de un estado civil y unificado», arguyó Takieddine. 

La multiplicidad de leyes al respecto creó una sociedad en la que las personas se identifican más con comunidades religiosas que con el propio Estado dándoles a ellas un mayor control sobre las libertades civiles. 

«Todo sentimiento de parentesco y lealtad en la sociedad se concentra en los grupos religiosos», remarcó Takieddine. La sanción de una ley civil puede rectificar este problema, así como promover el tan necesitado diálogo y unidad entre las comunidades, que todavía se recuperan de una guerra civil de 15 años, que se extendió de 1975 a 1990. 

Una legislación civil contribuirá a liberar a los jóvenes del control sectario en un país dividido por la religión, lo que podría llevar a una relajación de las muy divisivas afiliaciones confesionales y del poder político sin restricción de las comunidades religiosas. 

«Muchas de las guerras de Líbano tienen un profundo origen en la ley personal del país, que nutre un sentimiento de temor entre los miembros de varias comunidades. El matrimonio civil y la unificación de una ley civil se traducirán en una sociedad más estable que goce de libertad de elección», indicó Daoud.

 

* Texto por Mona Alami, BEIRUT, enero 2012 (IPS)

Violaciones sexuales pueden ser arma arrojadiza en Libia

El ejemplo de Iman al Obeidi, la libia que denunció ante la prensa internacional presuntos abusos sexuales cometidos por fuerzas del régimen de Muammar Gadafi, desató alarmas sobre la posibilidad de que la violencia sexual esté siendo usada como arma de guerra.

Esto podría estar ocurriendo tanto en el oeste de Libia, que las tropas gubernamentales mantienen bajo control, como en el territorio oriental en manos de la oposición rebelde, donde se sitúa el principal frente de batalla. 

El 15 de febrero comenzaron en varias ciudades manifestaciones contra el régimen de Gadafi, en el poder desde hace casi 42 años. Ante la respuesta represiva de las autoridades, la situación evolucionó a un enfrentamiento armado entre los rebeldes y las fuerzas de seguridad. 


La situación en el oeste es especialmente preocupante, ya que hay denuncias de que el régimen de Gadafi estaría silenciando a toda voz disidente. 

La organización internacional Human Rights Watch (HRW) documentó una serie de casos de violencia sexual en Trípoli y sus alrededores, como el de una mujer presuntamente violada por agentes del gobierno que irrumpieron en la casa donde ésta trabajaba como empleada doméstica. 


Otro fue el de Al Obeidi, quien ingresó el 26 de marzo a un hotel de Trípoli, donde se alojan periodistas extranjeros, y denunció ante ellos que 15 hombres, supuestamente agentes del gobierno, la retuvieron durante varios días y la violaron, precisamente en la capital del país. 

«El caso de Obeidi ha demostrado lo que siempre hemos sospechado», dijo a IPS Salwa Bugaighis, una representante del Consejo Nacional Transitorio, que se ha erigido como el nuevo gobierno revolucionario con sede en esta nororiental ciudad de Bengasi. 

Los que abusaron de ella, después de haberla detenido en un puesto de control en Trípoli, «sabían que le harían mucho daño, porque esta cuestión es muy sensible en nuestra cultura y nuestra religión», explicó Bugaighis. 

Ella se refería a las normas que rigen en las sociedades árabes y musulmanas, en las que una mujer violada pierde su honor y suele ser rechazada por su familia y marginada por la sociedad. 

Por eso la violencia sexual es un arma todavía más potente en esta guerra, también a nivel propagandístico. 

Después de que las tropas gubernamentales lanzaron su contraofensiva sobre el este de Libia y llegaron a las puertas de Bengasi, empezaron a circularon rumores de que las tropas de Gadafi venían con viagra y preservativos en los bolsillos, dispuestos a abusar de las mujeres en las zonas liberadas. 

«No es algo nuevo: los hombres del régimen siempre han podido apropiarse de las mujeres que deseaban», dijo Bugaighis. 

Sin embargo, Amnistía Internacional asegura que por el momento no ha encontrado casos de violaciones en el este de Libia a manos de las tropas de Gadafi, que a mediados de marzo recuperaron el control de las localidades que se encuentran entre Ras Lanuf y Ajdabiya, sobre el mar Mediterráneo, donde se concentraron desde el principio los combates entre los dos bandos. 


«Afortunadamente», según Peter Bouckaert, director de emergencias de HRW, las tropas de Gadafi no pudieron entrar en contacto con gran número de civiles cuando lanzaron su contraataque ya que esa zona reconquistada es desértica y las pocas localidades que se encuentran en ese tramo de unos 200 kilómetros son básicamente puertos petrolíferos. 

La situación más peligrosa para los civiles se dio en Ajdabiya, una población de más de 100.000 habitantes que estuvo asediada unas dos semanas por los tanques del gobierno, que bombardearon con artillería pesada el centro urbano y penetraron en él. 

La investigadora de Amnistía Internacional, Donatella Rovera, dijo a IPS haber recogido acusaciones de abusos sexuales en ese contexto, pero ninguna pudo ser comprobada. 

También en esa ocasión, la mayor parte de las mujeres habían abandonado la ciudad huyendo de los combates. 

Aun así, algunas familias permanecieron en Ajdabiya o quedaron atrapadas en los combates, como la de Fátima Abdelsalam, sorprendida por disparos de francotiradores cuando salía de casa a comprar con unos primos. 

Los francotiradores apuntaban desde los tejados y ella y los familiares que la acompañaban tuvieron suerte porque no fueron alcanzados por los proyectiles, según relató. Ahora se encuentra ingresada en la unidad psiquiátrica del hospital Hawary de Bengasi, y teme que los hombres del coronel vengan por ella y le corten las manos. 

Abdelsalam y otras dos mujeres que llegaron traumatizadas al hospital Hawary representan a las víctimas indirectas de esta guerra, que no es sólo aquello que tiene lugar en el campo de batalla. 

La situación humanitaria en Libia, incluyendo los crímenes como violaciones sexuales, será estudiada desde este domingo 10 por una comisión internacional de investigación creada por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. 

La comisión invertirá el resto del mes de abril investigando esas denuncias, para lo cual viajará a Libia, Egipto y Túnez, y presentará su informe final al Consejo el 17 de junio. 

Sus integrantes aseguraron a la prensa en Ginebra que su mandato les permite investigar toda violación a los derechos humanos fundamentales de todas las partes en conflicto, inclusive de las potencias extranjeras que efectúan operaciones armadas contra el régimen libio. 

La violencia e inseguridad afectan en este momento la vida de todos los libios, en especial de los más vulnerables. 

Además de los dos bandos en conflicto, rebeldes y gobierno, hay un «tercer bando», como lo define Rovera, delincuentes comunes que pueden aprovecharse de la situación para cometer todo tipo de crímenes, inclusive violaciones. 

HRW documentó varios casos de asaltos sexuales en el este, cometidos por hombres armados –no necesariamente rebeldes ni soldados de Gadafi–, ya que hoy cualquiera puede disponer de un arma y, en una situación de guerra, reina la impunidad.


* Por Francesca Cicardi/ BENGASI, Libia, 8 abril 2011 (IPS)

Conflicto en Libia reaviva racismo

El uso de mercenarios procedentes de África subsahariana por parte del régimen de Muammar Gadafi en Libia reavivó el profundo racismo arraigado en la población árabe.


Aunque la mayoría niegan su existencia, la discriminación es común en ese país, no sólo contra los inmigrantes negros, sino también contra los propios libios de piel más oscura, especialmente del sur.

«Frente a este panorama, uno necesita estar un poco alerta ante las etiquetas de ‘mercenarios africanos’ o incluso ‘mercenarios africanos negros’, que están siendo usadas», dijo a IPS el director ejecutivo del Centro Afro-Medio Oriente, en Johannesburgo, Na’eem Jeenah.

«Sin duda, Gadafi ha usado en el pasado mercenarios de otras partes de África, y nuestra información es que algunos de ellos probablemente estén involucrados en la actual situación», añadió.


«Por supuesto, los mercenarios son muy útiles debido a que las fuerzas regulares incluyen conscriptos, que pueden rápidamente abandonar las filas y unirse a los rebeldes. Los mercenarios trabajan por dinero y no tienen reparos en matar», indicó.

De los alrededor de dos millones y medio de refugiados e inmigrantes subsaharianos en Libia, la mitad tienen trabajos mal pagos en el sector petrolero, la agricultura, la construcción y otros sectores de servicios.


No es la primera vez que los inmigrantes son víctimas racismo en Libia. En 2000, decenas de trabajadores procedentes de Burkina Faso, Camerún, Chad, Ghana, Níger, Nigeria y Sudán fueron asesinados en las calles en el marco de una campaña del gobierno contra el crimen, las enfermedades y el tráfico de drogas.

Entonces, el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial expresó su preocupación.

En 2004, acusó a Trípoli de violar el artículo 6 de la Convención Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, de 1969, y de no implementar mecanismos adecuados para salvaguardar a los individuos de actos racistas que violan los derechos humanos. «Es también posible que muchos identificados como ‘mercenarios africanos’ sean en realidad libios de piel oscura. Es más fácil para la gente proyectar sus problemas hacia los extranjeros que hacia su propio pueblo», añadió Jeenah.


El caso de Karim, un africano-libanés, es un ejemplo. Cuando viajaba en autobús con su madre africana de regreso a Beirut, tras visitar a sus parientes en Libia, el vehículo fue detenido en un puesto de control militar. Los soldados ingresaron y les exigieron los documentos a todos los pasajeros. Mientras buscaba su billetera, Karim fue arrestado.

Durante varias horas fue víctima de continuos abusos físicos y verbales. Ningún soldado se molestó en ver su identificación.

«No fue sino hasta que mi madre les gritó que llamaron a un familiar conocido en el ejército y los soldados dejaron de maltratarme y revisaron los papeles», dijo a IPS.


Pero expertos señalan que el racismo no está confinado a Libia, sino que está presente en todo el mundo árabe, y tiene raíces históricas en el comercio de esclavos durante la colonización europea de la región.

En su estudio titulado «Percepciones de raza en el mundo árabe», Mark Perry señala: «El pasado y actual tráfico de esclavos en el mundo árabe ha dejado una amarga marca en la sociedad africana actual».

«La África negra fue la primera fuente de esclavos y el último gran reservorio en agotarse», añade.

Mientras el mundo celebra el Día Internacional por la Eliminación de la Discriminación Racial, este año dedicado a los descendientes africanos, los levantamientos en el mundo árabe deberían incluir una transformación social para poner fin al racismo y la xenofobia, según expertos.

Vincular a la población negra con el régimen de Gadafi en Libia podría derivar en un genocidio si el líder es derrocado, alertaron.


Por Simba Russeau (IPS), BEIRUT, 21 marzo 2011

Occidente, en una «cruzada medieval» contra Gadafi, dice Putin

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, dijo el lunes que la resolución de la ONU que autoriza el uso de fuerza en Libia recuerda a «los llamamientos medievales a las cruzadas», después de que las fuerzas occidentales lanzaran una segunda ola de ataques aéreos.


Mientras los ánimos diplomáticos se caldeaban por la campaña, responsables en Trípoli dijeron que un misil lanzado para matar a Gadafi había destruido su complejo fortificado, que fue intensamente bombardeado durante el Gobierno del ex presidente estadounidense Ronald Reagan en 1986.

«Fue un bombardeo bárbaro», dijo el portavoz del Gobierno Musa Ibrahim, mostrando piezas de escombros que según dijo había dejado por el misil. «Esto contradice (las declaraciones) de estadounidenses y occidentales (…) de que no tienen como blanco este lugar», aseveró.

No hubo comentarios sobre el ataque de parte de las fuerzas aliadas.

En una aparición en la televisión libia el domingo, Gadafi prometió a sus enemigos una «larga guerra» después de que la ONU autorizara la intervención en la revuelta contra su mandato de 41 años en la nación norteafricana productora de petróleo.

«La resolución es defectuosa y viciada», dijo Putin, cuyo país no usó su poder de veto para impedir la aprobación del texto en el Consejo de Seguridad de la ONU. «Permite todo. Recuerda a los llamamientos medievales a las cruzadas», agregó.

El lunes, los diarios oficiales chinos intensificaron el rechazo de Pekín a los ataques aéreos en Libia, acusando a las naciones que respaldan la campaña de violar las normas internacionales y alentar un nuevo levantamiento en Oriente Próximo.

China tampoco vetó la resolución de la ONU.

Los rebeldes acogieron positivamente la segunda ola de ataques de Occidente.

«La comisión rechaza a tropas extranjeras en el terreno pero alentamos el bombardeo al Ejército de Gadafi», dijo Ahmed El-hasi, un portavoz de la coalición opositora 17 de febrero, que está basado en el bastión rebelde de Bengasi, donde se inició la revuelta.

Afirmó que los rebeldes se coordinaron con las potencias internacionales para el lanzamiento de los ataques.

«Hay conexión entre nosotros. Primero, para ubicar la posición de las tropas de Gadafi, y segundo, para ubicar la posición de nuestros combatientes a fin de que puedan dar en el blanco en los bombardeos», aseveró.

Rebeldes de la ciudad controlada por rebeldes de Misrata parecían indicar que las fuerzas de Gadafi, en un cambio de tácticas forzada por los ataques aéreos, estaban intentando mezclarse con la población civil, lo que hace más difícil atacarlos desde el aire.

Los rebeldes dijeron que mujeres y niños estaban siendo usados como «escudos humanos».

«NOS COMERÁN VIVOS»

La primera ola de ataques del sábado detuvo el avance de las fuerzas de Gadafi en Bengasi e impactó las defensas aéreas de Libia a fin de permitir que aviones occidentales patrullaran los cielos del país.

La segunda ola de ataques aéreos occidentales de la madrugada del lunes también impactó las tropas de Gadafi alrededor de Ajdabiya, una ciudad estratégica situada en el este de Libia donde los rebeldes desean recuperar el control.

«Si no obtenemos más ayuda de Occidente, las fuerzas de Gadafi nos comerán vivos», dijo el combatiente rebelde Mouh Musmari a Reuters.

La intervención ordenada por la ONU tras una revuelta de un mes contra Muamar Gadafi llevó al secretario general de la Liga Árabe, Amr Mousa, a un aparente cuestionamiento sobre la necesidad de un intenso bombardeo, que según dijo causó la muerte de muchos civiles.

Sin embargo, Mousa dijo el lunes que la Liga respetaba la resolución de la ONU, al tiempo que subrayó la necesidad de proteger a los civiles.

Estados Unidos, que lleva adelante los ataques aéreos en una coalición con Reino Unido, Francia, Italia y Canadá, entre otros, dijo que la campaña estaba funcionando y desestimó un anuncio de alto el fuego del Ejército libio hecho el lunes por la tarde.

Henri Guaino, uno de los aliados más cercanos del presidente Nicolas Sarkozy, dijo que los ataques no estaban dirigidos a derrotar al líder autocrático que ha gobernado Libia durante 41 años, pero dijo a la radio RMC que éstos podían «durar un tiempo».

El Ministerio de Defensa británico dijo que uno de sus submarinos había disparado misiles de crucero Tomahawk como parte de una segunda ola de ataques bajo la resolución de la ONU, pero indicó que una misión de la fuerza aérea fue suspendida debido a que había civiles en el blanco.

La intervención en Libia es la mayor contra un país árabe desde la invasión de 2003 a Irak.

La retirada del apoyo árabe dificultaría mucho más una tarea que según analistas podría ser una campaña militar complicada y de final abierto, con un resultado incierto.

BENGASI NO ESTÁ LIBRE DE AMENAZA

La ciudad oriental de Bengasi aún no está libre de amenaza, dijo Gortney, pero las fuerzas de Gadafi en la zona estaban disminuidas y «sufrían por el aislamiento y confusión» tras los asaltos aéreos.

La noche de domingo, responsables libios llevaron a periodistas occidentales al complejo de Gadafi en Trípoli, un enorme sector de casas con sus centros privados y cuarteles militares y otras instalaciones, para ver lo que según dijeron era un ataque con misil ocurrido horas antes.

A breve distancia de la jaima donde Gadafi recibía a sus invitados, el edificio de tres pisos yacía en ruinas y había un agujero en medio de su fachada. Estados Unidos dice que no tiene a Gadafi en su lista de blancos.

Un portavoz militar libio anunció un nuevo alto el fuego el domingo, y dijo que «las fuerzas armadas libias (…) han emitido una orden a todas sus unidades militares para salvaguardarlo desde las 19.00 horas esta noche».

* TRIPOLI (Reuters) -21 de marzo del 2011

“Gadafi se batirá hasta la muerte”

La prensa helvética siguió durante el fin de semana atentamente los dos primeros días de ataques contra el país del Magreb. Las potencias occidentales lanzaron una segunda oleada de acciones armadas contra Libia en la madrugada del lunes.


Detuvieron el avance de las fuerzas de Gaddafi en Bengasi y tomaron como blanco las defensas aéreas, para permitir patrullar a sus aviones y establecer la zona de exclusión aérea decretada por la ONU.

Es lunes, el diario ‘Le Temps’, de Ginebra, se pregunta qué va a pasar después de que los aliados salven a la oposición libia de Bengasi. Según su editorialista Frédéric Koller, no hay nada que negociar con un coronel que no cesa de repetir que va a exterminar hasta el último de los insurgentes, que califica de terroristas.

“El engranaje de la guerra está dictado por la intransigencia de una dictador que tiene nula intención de seguir la estela de Mubarak o de Ben Ali. Y qué se batirá hasta la muerte”. El editorial de ‘Le Temps’ concluye que es urgente armar a los insurgentes para que puedan batirse contra un régimen que les oprime desde hace 42 años. Ya que ahora es demasiado tarde para echarse atrás.

En páginas interiores, el diario de Ginebra se plantea el hecho de si la oposición libia es creíble. ¿Quién se sienta en el Consejo Nacional independiente y cuál es la organización de la instancia que solo Francia reconoce?

El comentario de Martin Kilian en ‘Der Bund’ de Berna explica que, a diferencia de las condiciones en el caso de Irak y Afganistán, esta vez en la decisión sobre Libia, el gobierno estadounidense puede contar con una coalición real, “apoyada por la Liga Árabe y una clara resolución de la ONU”. No obstante, señala: “Como su predecesor, Obama ha actuado con el estilo de los presidentes imperialistas: El congreso no fue consultado”, estima el corresponsal suizo en Estados Unidos.

Por su parte, el periódico de Zúrich ‘Tages-Anzeiger’ destaca en su portada que el ataque aéreo masivo sobre Libia despierta las críticas sobre la operación militar desatada en el país africano. “Condenado a la guerra, pero no a la victoria”, dice el diario, que hace referencia al papel de Estados Unidos en el conflicto.


Ni prioridad estratégica ni política

El presidente de los EE.UU. no quiere ni la guerra de Libia, ni obligar a un rápido cambio de poder. Una estrategia podría beneficiar a Gaddafi, según el periódico, que señala que ese país no es para Estados Unidos ni una prioridad estratégica ni política.

Libia parece tener menos atención -en comparación con las revueltas en Egipto y Túnez- en los planes del propio presidente Obama, que en el comienzo del primer ataque aéreo contra instalaciones del ejército libio estuvo varios días en Brasil para apoyar las aspiraciones de este país para tener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

El ‘Tages-Anzeiger’ destaca que los objetivos de Estados Unidos en Libia siguen siendo poco claros. Además, el columnista Tomas Avenarius dice que la revolución árabe pierde su inocencia como consecuencia del movimiento de los rebeldes frente a los “cleptócratas” de miles de millones de dólares. Una revolución que ha pasado a primera plana de política de poder internacional.

“Berlín en el autoaislamiento”

El ‘Neue Zürcher Zeitung’ comenta que la operación “Odisea al Amanecer” se ejecuta desde Stuttgart, Alemania. Aunque ese país no está involucrado, allí tiene su sede el jefe supremo de la operación, el general americano Carter Ham. Otros puestos de mando importantes se encuentran en Francia, Reino Unido y en un barco.

En entrevista del NZZ al publicista americano, Ian Johnson, éste asegura que si el mundo árabe quiere conseguir un progreso y estabilidad, debe aprender de China. Debe construir una industria de exportación.

Asimismo, el corresponsal del NZZ en Berlín, Ulrich Schmid, hace referencia este lunes a la posición de Alemania frente al ataque aliado contra Libia. “Berlín en el autoaislamiento”, titula el periodista. La canciller Merkel ofrece un mayor esfuerzo en Afganistán. Alemania ha maniobrado con su posición de política exterior al margen de la lucha contra Gaddafi. La exención se justifica también electoralmente, razona el diario de Zúrich.

En la votación de la resolución de la ONU contra Libia, Alemania se abstuvo junto con China y Rusia, mientras que los viejos aliados como EE.UU, Francia y el Reino Unido se volvieron a unir.

Doblegar al déspota

El ‘Blick ‘siguió también durante este fin de semana el minuto a minuto de los ataques contra Libia. “Portaaviones, bombarderos, helicópteros de combate: Occidente ha abierto fuego contra Gaddafi desde el Mediterráneo. Una armada de la fuerza multinacional quiere doblegar al déspota”.

El diario da un lista de los distintos puntos de control y de organización del ataque (Stuttgart, Aviano, Toulon, Córcega, Creta, Sicilia, Chipre) y cita a todos los países que hasta el momento se han sumado a la coalición, con armas o con bases aéreas y logísticas: Dinamarca, España, Italia, Noruega, Alemania, Canadá, Qatar y Bélgica. De Suiza subraya que el Ministerio de Exteriores aceptó la resolución de la ONU y esperaba con interés su rápida aplicación.


REACCIONES
La Liga Árabe, a través de su dirigente, el egipcio Amr Musa, cuestionó la necesidad de un intenso bombardeo, que según indicó ha causado la muerte a muchos civiles.

Pero Estados Unidos, que lleva a cabo los ataques aéreos en una coalición con Reino Unido, Francia, Italia y Canadá entre otros, dijo que la campaña está funcionando y rechazó un anuncio de alto el fuego hecho el domingo por la noche por las Fuerzas Armadas libias.

El Ministerio británico de Defensa dijo que uno de sus submarinos disparó misiles guiados Tomahawk el domingo por la noche como parte de una segunda ola de ataques para hacer cumplir la resolución de la ONU.

Al menos 64 personas murieron en los bombardeos occidentales durante el sábado y el domingo, dijo una fuente médica del Gobierno libio, pero la cifra era imposible de verificar porque las autoridades se niegan a que los periodistas salgan de Trípoli.

Fuente: Reuters

* Por Iván Turmo, swissinfo (21 de marzo del 2011)