Cáncer delivery

La inoculación imperialista del cáncer a Hugo Chávez es una tremenda leyenda urbana, que va a prender. Primero, porque las teorías conspirativas nunca mueren, sino que se quedan flotando por entre las franjas lunáticas de la población. Segundo, porque en la elección que se viene el chavismo le va a dar al tema como a bombo en fiesta.

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A Nicolás Maduro la idea también le sirve para disimular la manipulación de la enfermedad de Chávez, un paciente que insólitamente se fue muriendo de mejoría en mejoría, mientras se mantenía a la población en la oscuridad respecto de lo que estaba sucediendo en La Habana. La verdadera historia de ese periodo todavía no es conocida.

Los medios chavistas se están apoyando en la revista estadounidense Slate como una autoridad que denuncia conspiración. Pero una lectura del artículo aparecido allí revela que la inoculación del cáncer ha sido intentada en varios experimentos, pero que no es posible. De allí que el cáncer no sea considerado contagioso.

Luego está el argumento de los varios presidentes de izquierda con neoplasias en estos últimos años. Sin embargo ninguno de ellos ha fallecido, y el caso más reciente toca a Juan Manuel Santos, buen amigo de los EE.UU., a quien nadie acusaría de izquierdista. Que se sepa, nadie se ha contagiado entre los islamistas antioccidentales.

Quizás en el mundo de la realgeopolitik los imperios sí intentan asesinar a sus enemigos irreductibles. Allí están las historias, nunca demostradas pero verosímiles, de numerosos intentos de liquidar a Fidel Castro. Los pintorescos: tratar de acercarle un habano envenenado y en otro momento envenenarle el chocolate caliente al que era adicto.

Aunque Chávez nunca fue realmente un enemigo irreductible, sino más bien un socio petrolero, que mantuvo el crudo fluyendo hacia los grifos yanquis y gastó fortunas en empresas estadounidenses de servicios para la industria petrolera. Los insultos a George Bush y otros gobernantes bien valían los negocios bolivarianos.

Pero el negocio de Chávez, un hábil político si los ha habido en Venezuela, siempre fue aparecer más radical de lo que era. Así logró darles un populismo silvestre repartidor de dádivas a los pobres en un socialismo, cautelosamente apellidado “del siglo XXI”. Como dijo Rubén Darío de su poesía, sus errores serán todos de sus seguidores.

Si ha habido inoculación (después de todo la tecnología avanza a toda velocidad), los cubanos deberían estar en una posición óptima para reforzar o desmentir la suspicacia. Pues si se trató de un cáncer delivery, entonces también ha estado en su naturaleza ser incurable. Puestos a imaginar conspiraciones, el cielo es el límite.

 

* Mirko Lauer (13 marzo del 2013)