Gravar a los multimillonarios para impulsar el desarrollo

¿Qué ocurriría si se pidiera a los multimillonarios del mundo entero que aportaran por lo menos uno por ciento de su riqueza como impuesto internacional para el desarrollo?

La pregunta se plantea en un estudio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentado este jueves 5, que se lamenta de que muchas naciones donantes continúen sin cumplir su compromiso de financiar los objetivos de desarrollo aportando 0,7 por ciento de su producto interno bruto (PIB). 

«Es tiempo de buscar otras maneras de hallar recursos para financiar las necesidades de desarrollo y abordar los crecientes desafíos mundiales, como el combate al cambio climático», dijo Rob Vos, principal autor del «Estudio económico y social mundial 2012: En busca de nueva financiación para el desarrollo». 

Este se presentó en el marco del Foro sobre Cooperación para el Desarrollo, que finaliza el viernes 6 en la sede de la ONU. En su análisis, Vos y sus colegas sugieren que un tributo de uno por ciento sobre 1.000 millones de dólares puede ayudar a obtener mejores resultados en relación a la financiación de iniciativas de desarrollo internacionalmente acordadas. 

Actualmente, hay por lo menos 1.225 multimillonarios en 58 países, según la revista Forbes. Solo en Estados Unidos viven más de 400. 

El estudio mundial dice que se necesita urgentemente hallar nuevas fuentes de apoyo al desarrollo porque muchos países donantes no han cumplido sus promesas, y la situación se ve empeorada por la prolongada recesión económica. 

Según la ONU, faltan 167.000 millones de dólares de asistencia oficial al desarrollo, lo que dificulta el trabajo de varias agencias involucradas en el logro de objetivos contra la pobreza, las enfermedades mortales y el cambio climático. 

De ahí que, aparte de un impuesto internacional, la ONU proponga otras varias maneras de aprovechar los recursos que puedan fortalecer las acciones internacionales en pro del desarrollo sostenible, como gravar las emisiones de carbono, el tráfico aéreo y las transacciones financieras y de divisas. 

La ONU dice que quiere recaudar más de 400.000 millones de dólares anuales para afrontar desafíos de desarrollo y mundiales, como el combate al cambio climático. Pero cada vez es más difícil que los gobiernos aporten esa cifra. 

Estudios de la ONU muestran que una gran cantidad de países en desarrollo están muy rezagados en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, principalmente porque les faltan recursos financieros y asistencia de las naciones donantes. 

Los investigadores dicen haber sido testigos de algunos casos exitosos en relación a programas mundiales de salud que aspiraban a brindar inmunizaciones y tratamientos para el sida y la tuberculosis a millones de personas en el mundo pobre, pero a esto se suma que esas iniciativas rara vez generaron financiación adicional a la tradicional ayuda al desarrollo. 

Los países donantes no cumplieron totalmente sus compromisos de asistencia, y la ayuda al desarrollo decayó el año pasado a causa de los recortes presupuestarios, que aumentaron esa escasez, dijo Vos. 

Los donantes «deben cumplir sus compromisos», agregó. 

Los expertos que llevaron a cabo la investigación consideran que hay potencial para recaudar unos 400.000 millones de dólares cada año gravando las emisiones de dióxido de carbono en los países industrializados. Un impuesto de 25 dólares por tonelada permitiría juntar unos 250.000 millones de dólares anuales, que serían recolectados por las autoridades nacionales pero se asignarían a la cooperación internacional. 

El estudio también recomienda un diminuto impuesto a las divisas, de 0,005 por ciento a todos los intercambios de cuatro monedas -dólar, euro, yen y libra esterlina-, que podría generar unos 40.000 millones anuales para la cooperación internacional, entre otras medidas. 

Esos impuestos también tienen sentido desde el punto de vista económico, dado que estimulan el crecimiento verde y mitigan la inestabilidad del mercado financiero, dijo Vos. 

Él cree que nuevos mecanismos de financiación como esos ayudarán a los países donantes a superar sus antecedentes de promesas incumplidas. 

«El estudio hace importantes sugerencias para generar sólidos apoyos financieros para las acciones a adoptar en el marco del acuerdo alcanzado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, Río+20», dijo Sha Zukang, secretario general adjunto de la ONU para los Asuntos Económicos y Sociales. 

La investigación destaca que el diseño de adecuados mecanismos de gobernanza y asignación de fondos es crucial para que satisfacer las necesidades de desarrollo y contribuir con la financiación de la agenda de desarrollo posterior a 2015. 

En los últimos años se implementaron varios mecanismos bajo la rúbrica de financiación innovadora para el desarrollo, principalmente en el área de la salud. El estudio confirma que estos ayudaron a mejorar la eficiencia de la ayuda y contribuyeron con la financiación del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. 

Sin embargo, y según los investigadores, los fondos canalizados a través de estos programas procedieron principalmente de los presupuestos de ayuda existentes, en vez de generar recursos adicionales. 

En total, desde 2006 se canalizaron 5.800 millones de dólares a través de estos mecanismos innovadores, pero solo unos pocos cientos de millones de dólares pueden contabilizarse como adicionales a la asistencia existente. 

Hay una necesidad urgente de obtener recursos adicionales, y proponer un impuesto internacional para el desarrollo es una vía, señalaron. 

La duda que persiste es si ese impuesto a los multimillonarios es factible. «Hicimos esta sugerencia, (pero) técnicamente es muy difícil» de lograr, dijo Vos a IPS. 

 

* Por Haider Rizvi (IPS, 5 Julio 2012)

De supermodelo a supermillonaria

Kathy Ireland pasa en 33 años de la portada de ‘Sports Illustrated’ a la ‘Forbes’

Kathy Ireland, en la portada de ‘Sports Illustrated’.

Cuando Kathy Ireland tenía 17 años, un agente descubrió su belleza en las calles de California y la fichó para la agencia Elite. Corría el año 1981 y Kathy era una mujer despampanante de piernas interminables y ojos azules que comenzó a desfilar por las pasarelas de medio mundo casi al mismo tiempo que Cindy Crawford y Christie Brinkley, junto a quienes dio origen al término supermodelos.

Sin embargo, es muy posible que quienes la recuerden tengan indeleble en su memoria una imagen: la portada de la revista Sports Illustrated, célebre por su número anual de chicas en bañador. Ireland llegó a ocupar esa portada tres veces y cuando lo hizo por primera vez, en 1989, se convirtió en el ejemplar más vendido de aquella publicación, en cuyo interior apareció durante 13 años seguidos, hasta su despedida en 1996. Fue por aquel entonces cuando esta modelo que intentó sin demasiado éxito abrirse camino en Hollywood descubrió que su futuro económico podía estar en algo tan poco glamuroso como los marcos de ventana, las cortinas o los muebles de oficina.

Hoy, casi dos décadas más tarde, Ireland ya no posa para la portada de Sports Illustrated pero sí en la de la revista Forbes, en cuyo último número aparece bajo el título Supermodelo, superempresaria. Kathy Ireland vende más que Martha Stewart y es más rica. El extraño pero verdadero caso del icono del bañador. A sus 48 años el imperio que la exmodelo ha construido bajo la marca que lleva su nombre genera anualmente unos 1.505 millones de euros en ventas, está valorado en 226 millones de euros (38 millones más que lo que vale la empresa de la otra reina del hogar estadounidense, Martha Stewart) y le hace ganar unos 38 millones de euros limpios al año en royalties.

Kathy Ireland, en la portada de ‘Forbes’.

Ireland entró en el mundo del comercio a través de un par de calcetines. A mediados de los noventa los grandes almacenes Kmart le ofrecieron promocionar una marca de calcetines deportivos. Ella les hizo una contrapropuesta: vendamoslos con mi nombre, es decir, yo creo la marca y vosotros la vendéis. Kmart aceptó inmediatamente, imaginándose que quizás Ireland después ampliaría su abanico de ventas hasta cubrir todo lo que se encuentra en un armario. Y así fue. Sin embargo ella, que recordaba los consejos que le dio una vez el millonario Warren Buffett (“la moda cambia pero el mundo del hogar es una apuesta segura”) decidió dar un paso arriesgado y en 1999 lanzó su primera línea de sofás, sillas y mesas. Así arrancaba un imperio que en 2003 dejó atrás su asociación con Kmart para sumergirse en el extraño mundo del rodapié, el azulejo, el colchón o la alfombra, sin duda poco atractivos pero, a juzgar por los números, mucho más suculentos que la línea de ropa con firma.

Ni siquiera llegó a terminar la enseñanza secundaria, pero diseña todo lo que vende y aparece en todos los anuncios de una empresa que también organiza bodas, vende vajillas, cremas y hasta pelucas. Solo tiene una debilidad: las joyas (que también diseña y vende en su web). Su colección privada está valorada en 19 millones de euros y muchas de las piezas las adquirió aconsejada por Elizabeth Taylor, una de sus grandes amigas. Tanto que, al parecer, la actriz que ganó dos oscars le regaló uno de ellos a Ireland.

 

 Barbara Celis,  Nueva York,  12 FEB 2012